El ascenso de Natanael Cano: de ser un joven a convertirse en el ícono de los corridos tumbados

Tras abandonarlo todo para hacer realidad lo que vivía en su mente —convertirse en pionero de un género musical y alcanzar fama internacional—, Natanael Cano está listo para llevar la música mexicana a niveles inimaginables.

Natanael Cano usa pantalón negro y camisa negra

“Lo piensas, te lo imaginas y lo materializas… Todo es posible. Todo depende del hambre que traiga cada quien”.David Suárez

Al pisar el recinto que albergará nuestra charla y mientras espero encontrarme con él, me doy cuenta de que tanto Natanael Cano, como el sitio mismo, son parte de una línea direccional en esta historia. Mientras la luz de la antigua iglesia Christ Church, construida en 1895 —hoy en ruinas—, en la colonia Centro de la Ciudad de México, se desvanece antes de tomar nuevos bríos, el músico mexicano brilla cada vez más. El punto de encuentro se convierte, así, en una analogía entre el pasado y el futuro. De alguna forma, él ha grabado su nombre en los anales de la escena musical, como este edificio hizo lo propio varias décadas atrás.

 

Si bien hoy es una de las figuras más destacadas de la industria musical y del entretenimiento, hasta hace apenas unos años esto sólo era un sueño que vivía en la cabeza del intérprete de “Pacas De Billetes”,  en una especie de premonición de lo que el futuro le deparaba. Lo cierto es que la música siempre estuvo ahí, rondándolo a lo largo de su vida. “De mi familia, mi abuelo, mis tíos. Mi abuelo tocaba todos los instrumentos, mi tío también. Toda la familia cercana que se apellida Cano”, me cuenta en un primer acercamiento a su gran pasión. Pero ser el hijo menor de una familia enraizada en Hermosillo, Sonora, donde el regional mexicano se escucha con fuerza, no fue lo único detrás de la transformación que renombró a Nathanahel Rubén Cano Monge, hasta ser conocido como Natanael Cano, el pionero de los corridos tumbados.

Por supuesto, un hombre lo inspiró. “Cuando se trata de cantar corridos, yo los hago regional, sencillo, lo básico, como Ariel. Siempre como lo hacía Ariel Camacho. Nunca pierdo esa esencia porque yo empecé en la música por él”, asegura. “Por él toco la guitarra, por él aprendí”. El fallecido músico y referente del género regional mexicano plantó una semilla en Cano, fue el modelo que necesitaba para echar a andar sus sueños, esos sobre ser cantante, tener éxito y ayudar a su familia.

Natanael Cano usa traje negro con tank top blanca
“Me gusta componer en el baño, cuando abro la llave del agua que está sonando”.David Suárez

Eventualmente, los anhelos se materializaron, primero con un requinto en los brazos y luego con una guitarra. “Le dedicaba unas tres o cuatro horas diarias a la guitarra y empezaba a cantar todos los días. Hasta que más o menos encontré el tono, me entoné”, cuenta el hermosillense de 22 años. “Ahí fue cuando empecé a grabar mis canciones… y luego, me dio por componer y se las daba a otros grupos, hasta que decidí cantar mis temas”. Ese camino no fue sencillo. Ir y venir. Llegar e irse. Intentar y continuar. Todo mientras apenas paladeaba las primeras mieles del éxito obtenido tras aventurarse en el camino que conjuraba ser la vía a los sueños. “De Hermosillo a Culiacán, de Culiacán a Tijuana, de Tijuana para Los Ángeles, de Los Ángeles de vuelta a Tijuana. Puro dormir en hoteles y ‘valer verga’. Teniendo como tres canciones ahí en el top 3”, me explica. “Ese proceso lo hice solo”.

Voluntad férrea

Hay algo que Natanael Cano emana: seguridad latente. La misma que se percibe cuando, durante nuestro encuentro, comienza a cantar mientras el silencio se apodera del recinto y todos a su alrededor no hacen más que mirarle con suma atención, como si intentaran descifrar por qué no pueden quitarle la mirada de encima. Es su seguridad la que ha hecho que el mundo entero voltee a verlo, tal como todos lo hacemos dentro de esta iglesia en ruinas. No es fortuito. Después de todo, aún detrás de ese niño abstraído, siempre vivió el artista consciente del lugar que le correspondía en el mundo.

Con una profunda voluntad de obtener lo que deseaba, Natanael Cano conjuró así su éxito desde muy joven. “De niño no era nadie y yo ya sabía, sabía que iba a ser cantante, que iba a tener mi posición, mi lugar, mi todo. Que iba a ayudar a mi familia. Siempre lo pensé y lo dije, siempre que abría la boca era para decir lo mismo”, me cuenta sobre lo que ahora cree que, en realidad, fue producto de la ley de la atracción, la práctica con presumibles raíces en el hinduismo que profesa la idea de que el hombre crea su propia realidad a través del pensamiento.

Natanael Cano usa camisa de cuadros y reloj
“Cuando estoy solo siento que soy yo y me opongo a componer lo que yo quiero en verdad”.David Suárez

Y, por muy increíble que parezca imaginar a un niño sumergiéndose en una práctica tan antigua para atraer fama y grandeza, se trató de algo espontáneo. “Lo hice de manera muy natural, gallo. Yo era una persona solitaria, andaba solo nomás haciendo lo mío y fue lo que me llevó a ser lo que soy, a lograrlo. Pensando. Sin voltear a ver a nadie. Yo no escuchaba corridos porque quería hacer nueva música, y fue lo que hicimos, los corridos tumbados”.

Funcionó. Tras debutar en la escena musical con temas como “Y que”, “El de los lentes Gucci” y “F1”, el éxito se concretó, el reconocimiento se hizo presente y la fama comenzó a inundarlo. Pero lo que realmente llama la atención, incluso desde antes de conocerle, es la cosmovisión de Natanael Cano. Su canción “Como es arriba, es abajo” reza: “La ley de la atracción me da lo que le pida”; lo que, a decir verdad, al escucharla por primera vez, me hace creer que se trata de un gancho para rimar. Sin embargo, a medida que nuestra conversación avanza, noto lo que realmente se esconde detrás.

“Yo me di cuenta de que yo atraje todo eso después del éxito, pero siempre [tuve claro que] era lo que quería”, me confiesa. De pronto, años y años deseándolo surtió efecto; incluso, recuerda los momentos previos a que su carrera musical despuntara, cuando vivía en hoteles mientras intentaba crear un hit. “En esos instantes, ¿qué pasaba por mi cabeza? Que yo iba a ser el número uno, que iba a pegar en grande, que iba a ser el más duro de todos”, recuerda. “Lo piensas, te lo imaginas y lo materializas. En ese momento yo estaba pensando y quemando cinta de todo lo que quería hacer, lograr, y lo materializamos. Todo es posible. Todo depende del hambre que traiga cada quien”.

Natanael Cano usa chaqueta negra con turtleneck
“Cuando estoy triste me pongo a componer”.David Suárez

Sin demeritar su talento y determinación, Natanael Cano confía en la magia detrás de las cosas, detrás del éxito, detrás del dinero y la fama. Tampoco deja espacio para dudas; está claro: todo se debe a su entrega, a su amor al arte y a la música. Pero una parte en él —la parte humana que comparte con el resto de nosotros y que evidencia la necesidad común de creer en algo superior— sabe que hay más. “La ley de la atracción fue la que me lo dio todo”, concluye.

La complejidad de una mente creativa

Cuando le pregunto en qué momento se percató de la magnitud del fenómeno en que se ha convertido, me responde con tranquilidad: “La neta nunca… es que no me importa mucho”. Al ser un artista que ha logrado tanto en tan poco tiempo, eventualmente, la euforia por la fama y el reconocimiento se diluye. “Eso me movía en un inicio”, me dice, explicando que ahora todo es distinto, pues se encuentra en un momento de transición, de evolución hacia el hombre que vive con más de 25 millones oyentes mensuales —únicamente en Spotify— como una nueva realidad, una en la que más de 5.3 millones de seguidores en Instagram contemplan con detalle todo lo que sucede en su vida.

Entretanto, para Natanael Cano, evolucionar también implica resignificar lo que su carrera representa, encontrar la pasión con la que se abrió paso en la escena. “Sigo buscando las ganas que tenía de comerme el mundo”, dice el mismo hombre que reconoce esta etapa —en la que la creatividad y la pasión observan desde lejos— como parte de su propio proceso creativo. “Yo creo que es normal, a todos los artistas les pasa. Para eso tienes que volver a donde naciste, con tu gente, con tus amigos; regresar al pasado, ver qué está ocurriendo y que te vuelvan a dar ganas”, reflexiona. De ahí la complejidad que engloba el carácter creativo de cualquier artista, la misma que sirve de inspiración. En el caso del intérprete sonorense, las emociones son pieza clave dentro de su proceso, a tal punto que, según me confiesa, “necesito estar triste. Cuando estoy triste me pongo a componer”.

Natanael Cano usa suter verde con chamarra negra y pantalón
“La ley de la atracción fue la que me lo dio todo”.David Suárez

La tristeza no es su única musa. El aislamiento es para Natanael Cano lo que el ritmo para una canción. “Eres una persona diferente cuando estás solo y cuando estás acompañado, y eso también sucede en la composición”, sentencia. “Cuando estoy solo siento que soy yo y me opongo a componer lo que yo quiero en verdad”. Pasar de la emoción a la letra y de la letra a la música también requiere de un momento preciso. “Agarro la guitarra, saco un gallón”, interrumpe y se ríe, “agarro la guitarrita, hago una tocada rápida… sé tocar guitarra bien, entonces no es problema”.

Claro está, la inspiración llega en distintos escenarios como, por ejemplo, en una regadera. Mientras el sonido del agua cae, inunda de ideas su mente, dejando claridad a su paso. “Me gusta componer en el baño, cuando abro la llave del agua que está sonando. Si yo no me baño, no pienso en mi futuro, ni en mi vida, ni en lo que tengo que hacer. Me meto a bañar y me pongo a pensar en todo lo que tengo que hacer”. Supongo que se trata de una especie de trance inducido por el efecto sosegador del sonido, o de una respuesta del cerebro intentando emular la fluidez. De cualquier forma, parece funcionar y no hay razón para cuestionarlo o intentar explicarlo. Al igual que en la ducha, las turbinas de un avión al entrar en acción son un potente estimulante para el Padre de los Corridos Tumbados. “En los aviones, cuando no tengo nada que hacer, me pongo a escribir. Los aviones son un buen lugar para hacerlo, porque ahí no entras en contacto con nadie, no haces nada, estás solo”, me explica.

Mientras se prepara para hacer las fotos que acompañan esta entrevista, nuestra charla se acelera y le pregunto cuál es su principal preocupación ahora. “¿Mi principal preocupación? El pelo”, bromea, al tiempo que intenta estilizar su cabello. Su respuesta final es poco clara, pero logro leer entre líneas. Después de trabajar en su próximo álbum, NATAMONTANA, que estará disponible este verano y que incluye colaboraciones con Peso Pluma, Gabito Ballesteros, Eladio Carrión y Arcángel, Natanael está momentáneamente en pausa, regresando a lo básico, a lo esencial, resguardándose para canalizar su energía en su más fuerte pasión: la música.

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